Las urgencias y emergencias médicas tienen dos ámbitos principales de asistencia, el hospitalario, a través de los servicios de urgencias de los hospitales y el extrahospitalario, que puede integrar a su vez diferentes recursos (ambulancias, UVI móvil, teleasistencia, etc) y tipos de asistencia en Centros de Salud o consultorios, ya sean públicos o privados.

Una emergencia médica es una situación inesperada y apremiante que exige una adecuada y rápida atención médica, pues se trata del eslabón más crítico en la cadena asistencial sanitaria. La masificación en las urgencias, las listas de espera y los retrasos diagnósticos, junto a las especialidades de cardiología, traumatología, obstetricia, cirugía general y oncología, acaparan la mayoría de las negligencias médicas que suceden en estos servicios de urgencia.

Muchas de estas negligencias se originan por un deficiente proceso asistencial inicial debido a la no realización de las pruebas adecuadas o bien originadas por un inadecuado o tardío diagnóstico, circunstancias todas ellas que repercuten directamente en la enfermedad de los pacientes que verán agravado su cuadro clínico o incluso fallecer.

La urgencia del tratamiento supone un inmediato compromiso vital para la salud de los enfermos, por lo que no es admisible escatimar en recursos a la hora de alcanzar un diagnóstico de certeza mediante las pruebas diagnósticas adecuadas. Existen ciertos sectores especialmente paradigmáticos de este tipo de negligencia médica:

URGENCIAS CARDIACAS, NEUROLÓGICAS Y VASCULARES

Ante una sintomatología inespecífica o difusa se debe de efectuar las pruebas diferenciales necesarias para no cometer un fatal error médico. Los facultativos del servicio de urgencias deben etiquetar adecuadamente la clínica del paciente, pues las patologías cardiacas muchas veces son ya no decimos preferentes o urgentes sino directamente emergentes, pues la rapidez y evolución de los infartos hace perder músculo cardiaco de manera irreversible, debiendo siempre respetar la sabida máxima de la Cardiología en cuando a Infarto Agudo se refiere “El tiempo es miocardio”.

En términos de similar emergencia médica se enmarcan las negligencias médicas a la hora de tratar los infartos y hemorragias cerebrales (ictus) ya sean traumáticos o no traumáticos y los trombos venosos, situaciones clínicamente detectables si son correctamente abordadas, pues sólo un adecuado manejo e interpretación de la historia clínica y signos vitales, junto con la realización de los estudios adecuados, puede evitar un irreparable error médico, pues las modernas técnicas de neuroimagen, permiten que su pronóstico lejos de ser fatal, sea favorable en la mayoría de los pacientes que han recibido un manejo adecuado.

También es absolutamente esencial la eficiente actuación de las ambulancias cuando deben asistir una urgencia vital. El tiempo de respuesta y la correcta valoración de la gravedad del caso son esenciales, por lo que no son aceptables retrasos injustificados, asistencias telefónicas imprecisas, carencia de medios técnicos o humanos en la ambulancia, etc.

URGENCIAS TRAUMATOLÓGICAS

A la hora de evitar una negligencia médica traumatológica y lograr una eficiente atención al paciente que ha sufrido un trauma o un accidente y acude a los servicios de urgencias con lesiones corporales, es necesario seguir una ordenada coordinación entre los diferentes niveles de atención, así como una serie de pautas médicas como son la adecuada clasificación de la lesión, el empleo de correctos criterios diagnósticos utilizando para ello los exámenes complementarios necesarios y una vigilancia y seguimiento posterior de la evolución de la lesión a través de una apropiada frecuencia en los controles y tratamientos complementarios o de rehabilitación.

Asimismo, no todas las lesiones son ni deben tratarse por igual, existe una jerarquía o prioridad a la hora de tratar un trauma que obedece básicamente a tres criterios como son la vida, el órgano y la función. De esta manera, distinguimos entre fracturas vitales (fracturas abiertas de sangrado abundante o muy sucias, fracturas bilaterales de fémur, luxación traumática de cadera, lesiones con complicaciones vasculares asociadas, fracturas de pelvis y amputaciones)  fracturas funcionales (articulares,  luxaciones, aplastamientos, fracturas abiertas no vitales) y fracturas simples, que son aquellas que pueden solventarse con una simple inmovilización inicial.

En este tipo de negligencias de ordinario suelen presentarse errores típicos, como son una deficiente exploración inicial de la lesión y la falta de realización de pruebas de imagen necesarias, que en ocasiones demandan radiografías en proyecciones diversas, dejando pasar desapercibidas fracturas que necesitan tratamiento específico o inmediato, a veces quirúrgico, y que si se dejan curar por sí solas, determinaran, a consecuencia de una incorrecta consolidación ósea, una serie de  secuelas dolorosas permanentes y muy incapacitantes en el paciente.