Cada año, muchos pacientes sufren daños, lesiones o incluso la muerte debido a errores quirúrgicos causados a consecuencia de una negligencia médica, bien sea antes, durante o después del operatorio. Estos errores quirúrgicos pueden ocurrir en todos los tipos de procedimientos médicos, ya sea que se trate de cirugía invasiva o no invasiva.

El abanico de complicaciones es tan variado como las propias intervenciones, muchas veces el origen de la negligencia médica radica en una incorrecta planificación preoperatoria, otras complicaciones muy comunes son las hemorragias y las perforaciones accidentales de algún órgano vecino o accidentes iatrogénicos, el propio error o impericia del médico en el campo quirúrgico, la prolongación indebida o en su caso tardía de la cirugía, pasando por la falta de la debida asepsia de los aparatajes, un postoperatorio poco adecuado o infecciones nosocomiales, y así un largo etcétera.

A modo de ejemplo alguno de las intervenciones en las que comúnmente concurren este tipo de errores son las cirugías neurológicas, vasculares, de ortopedia y traumatología, cirugías de derivación gástricatorácicascardiológicas, así como las intervenciones ginecológicas u obstétricas.

El riesgo estadístico de que una complicación se produzca no ampara técnicas realizadas de forma descuidada, mal planificada o contraria a la lex artis ad hoc (es decir, una medicina poco diligente).

No podemos olvidar para terminar otro subgrupo de errores quirúrgicos bastante comunes, son aquellos que están directamente relacionados con la falta de necesidad clínica de efectuar la propia intervención, bien sea por un error diagnóstico o por una confusión del órgano o miembro a operar, bien sea en el curso del operatorio o por algún error en la historia clínica o en el sistema burocrático de los Servicios Sanitarios, negligencias que generan el nacimiento de la responsabilidad patrimonial sanitaria.

Negligencias ginecológicas u obstétricas